domingo, 6 de enero de 2008

LOS INTELECTUALES, LA POLÍTICA Y EL PODER


Por un Nuevo País:

"Los hombres de luces y honrados son los que deberían fijar la opinión pública" (Simón Bolívar, 08/10/1828)

LOS INTELECTUALES, LA POLÍTICA Y EL PODER.

Por años ha persistido y aún subyace un cierto dilema acerca del rol de los intelectuales dentro de la política y su relación con el ejercicio del poder. Algunos señalan que un intelectual sería toda persona que usare su cerebro para dirimir asuntos de interés público ó general, ó asuntos de carácter más especializado en determinadas ramas de las ciencias, de las artes ó del saber. Y si bien todos usamos nuestro cerebro, aunque unos de manera más básica y mecánica, ciertamente habrán otros que lo utilizen más allá de ese uso necesario para la supervivencia, y lo orientarán hacia actividades del ser y quehacer del hombre y la sociedad, es decir a asuntos de interés superior y general.

Así, hemos de suponer que un intelectual habría de ser un profesional de ciertas luces y mayor responsabilidad social, cuyas trincheras de lucha deberían estar permanentemente del lado del pueblo, ó de las reivindicaciones de las mayorías, antes que en función de meros intereses particulares, egocentristas y hasta sesgados. Nace allí el dilema entre ética e intelectualidad. Ambos conceptos entrañan valores distintos, no necesariamente excluyentes, pero tampoco vinculantes. Vanidad, divino pecado por delante, y en medio de ambos y como correaje funcional, entraría la ciencia ó el arte de la política.

Bertrand, Russell y Noam Chomsky conformaron, desde los años 60, un triunvirato de abanderados de la ética que, como una conciencia de la sociedad global, se pronunciaban y actuaban en defensa de la causa de los pobres y de los excluidos del sistema mundial. Al morir sus "compañeros de armas", Chomsky mantuvo su postura crítica frente a las injusticias y abusos contra los indefensos y continuó luchando por una verdadera democracia con participación de las mayorías. Desde su experiencia de toda una vida al servicio de los movimientos sociales, el prestigioso pensador estadounidense aclara el papel que deben ocupar los intelectuales en la vida de la sociedad.

Así, Chomsky reflexiona sobre el papel que sus colegas cumplen, cuando, en lugar de ejercer la crítica política y social, pasan a formar parte del gobierno de su país. Citaba como ejemplo experiencias que se desarrollaron en distintas épocas en los Estados Unidos, entre ellas la administración Kennedy, que reunió a su alrededor a brillantes figuras del mundo cultural y artístico. En general, los resultados fueron negativos. Temerosos de equivocarse, cautivos de su prestigio, los cerebros más destacados de una nación, convertidos en funcionarios, demostraron una nociva rigidez.


Para Chomsky la condición de intelectual no es el correlato de una profesión determinada. Hay alguna relación entre gozar de ciertos privilegios y tener posibilidades de actuar como un intelectual. Pero no es una relación muy fuerte, porque mucha gente privilegiada no hace nada que pueda considerarse de mérito intelectual y, por otra parte, mucha gente sin privilegios es muy creativa, reflexiva y de amplios conocimientos.


Los denominados "pensadores responsables", que se autodefinen como intelectuales tecnocrática y políticamente orientados, son muy semejantes a un partido de vanguardia. Y las doctrinas son muy similares. El partido leninista de vanguardia va a empujar las estúpidas masas hacia adelante, hacia cosas maravillosas. En el libro American Power..., se comparó un discurso de Robert McNamara con un discurso inspirado por la doctrina leninista a secas. Fueron muy semejantes. La única diferencia fue que McNamara hablaba de vez en cuando de Dios, pero la idea básica era esencialmente la misma. Es decir el sofisma de que los gobiernos de los pueblos han de estar bajo influencia de los hombres inteligentes de la comunidad, porque el resto son una "manada sin orientación" que debía ser dirigida.



Chomsky abunda en el tema al afirmar que para que un intelectual haga el sacrificio de estar en el poder, ha de poser una gran integridad intelectual. Dado que si quieres mantener tu integridad, generalmente serás crítico, porque muchas de las cosas que suceden merecen críticas. Pero es muy difícil ser crítico, si uno forma parte de los círculos de poder. Asimismo aseveraba que este tipo de gente es muy arrogante; creen saberlo todo y son muy peligrosos cuando se acercan al poder. Las razones son obvias. Si cometen un error, tienen un serio problema, porque sólo se les ha dado un puesto en el poder por su supuesta inteligencia y su competencia. Por ello, sentenciaba el propio Chomsky, la mejor posición para un intelectual es estar comprometido con las fuerzas populares que tratan de mejorar las cosas. Pero ése es el tipo de intelectuales que por lo general, terminan en la cárcel.

Continuando en el tema, Chomsky afirma que los estándares morales de un intelectual deberían ser más altos que los de una persona común, porque tiene más acceso al poder. En la medida en que la gente que se dice intelectual, séalo o no, sea capaz de influir y decidir sobre condiciones que determinan los acontecimientos reales, en esa medida, su responsabilidad crecerá. Y finalmente, sentenció, hay una tendencia acerca de que la historia generalmente ha sido escrita por apologistas. Por ello, la imagen de los intelectuales generalmente tiende a ser halagadora y narcisista. Quizás también por ello, también se habrá notado cierta tendencia en el sentido de que históricamente los intelectuales han sido aduladores y servidores del poder.

Personalmente pensamos que la política ha de hacerse por los políticos. Y para ello hay que prepararse. Un político no está excento de ser un intelectual. Si lo es, tanto mejor. Pero antes de ello, ha de ser político. No necesaria ni preferiblemente viceversa. Tremendo reto, grande estigma, insondeable futuro. La historia nos observa,...

CARLOS BARRETO CABALLERO/ carlosbarretoc@gmail.com/ www.carlosbarretocaballero-porunnuevopais.blogspot.com/ Dic 2007

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