domingo, 6 de enero de 2008

COMO COCHINOS EN DICIEMBRE - APORTE DE ABNÁN ABIDAR




Como Cochinos en Diciembre.





A veces decimos tantas verdades con alcances tan ambiciosos, que lamentablemente se nos olvida que el común de las personas es ajeno a luchas que impliquen grandes sacrificios. Son muchos los que ni siquiera están interesados en reconocer por sus propios medios, las consecuencias nefastas que nos esperan sino corregimos el rumbo de la humanidad, y cuando se les dicen que la especie está en peligro se imaginan que eso solo pasa por allá en África o el Medio Oriente. La mayoría de las personas viven resolviendo sus problemas más inmediatos, dicen no tener tiempo, ni tampoco interés en preocuparse por otras cosas de mayor significación colectiva, pues otros son los llamados a desarrollar tales papeles.



Reiteradamente he hecho referencia al pueblo bolivariano como aquel conjunto de personas que apoyan a Chávez y casi todo lo que éste proponga, pero cuando lo pienso bien, me doy cuenta que posiblemente esté cayendo en un error esencial al sustentar muchos análisis y esperar otro tanto más de resultados y comportamientos lógicos, en un “algo”, que salvo aquel 13 de abril, solo se manifiesta en elecciones. ¿Qué tanto podemos hablar de un “ejercito de combatientes bolivarianos”, alineados, practicando orden cerrado, armados con una férrea disciplina, y blindados con una ideología bien definida y de alcance universal?. Después de todo no somos un ejercito; somos una masa diversa con millones de complejidades, preferencias, gustos, prejuicios y virtudes; una masa muy lejos de poder ser considerada un algo homogéneo.



Sin embargo, es verdad que la tendencia en los últimos 8 años ha sido hacia la polarización, pero también es cierto, que si bien existe un enfrentamiento entre dos visiones diametralmente opuestas, y el racismo y la lucha de clases son algunas de sus raíces, el común de las personas mantiene una cotidianidad que la aleja constantemente de esa lucha, al punto que muchas veces se siente ajeno a la batalla y observa los acontecimientos desde la barrera, expectante, pero sin mucho animo de involucrarse... Actúa más como el publico de un circo que espera ver acrobacias, pero que motivado por su morbo, quizás también espera hasta una pequeña desgracia. Es decir, esta guerra de baja intensidad, de desgate, permite que sigamos inmersos en nuestra individualidad, en nuestros problemas familiares, en nuestros problemas existenciales y cotidianos, mientras se desarrolla delante de nosotros derrumbando nuestro mundo sin darnos cuenta, hasta que ya sea demasiado tarde. Esto lo sabe ese "enemigo" conformado por interesados, que arrastrando a engañados, confundidos e indiferentes, se fortalece día a día.



En cambio, las guerras convencionales de marcada intensidad, que afectan visiblemente a la población civil, provoca en ésta su involucramiento de forma natural, enciende el alma patriótica, propicia la participación y casi nadie es ajeno a las amenazas presentes. Estas guerras llevan a la población en su conjunto: niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres, a luchar aspirando un gran triunfo. Es algo similar a lo que ocurre con los desastres naturales y como el común se desprende y sacrifica para ayudar a los demás y hacer retornar la normalidad.



Lo que quiero decir es que si bien muchos estamos alertas, en un bando y en el otro, la mayoría no. La mayoría que es susceptible de ser capitalizada para apoyar procesos políticos, está expuesta a la tergiversación de la información, a las campañas mediáticas, a la desinformación y no tiene ningún arma para combatirlas, pues no reconoce que deban defenderse ya que está entretenido en sus problemas, o se divierte de lo lindo. Esa gran mayoría es la que debemos capitalizar, y no presuponer nunca que son el "pueblo bolivariano". Y no es con la imposición, ni con el engaño, así como tampoco podemos creer que sea dándoles un mundo de felicidad, donde se colmen de todo cuanto necesitan, pues lamentablemente, y aún cuando este sea el gran propósito de todo gobierno popular, la gente baja la guardia y se aferra a lo suyo para ya no importarle lo del colectivo. El dolor es malo, sin embargo, sirve para hace sentir viva a la gente.



Reconozco que estoy entrando en contradicciones y no quiero justificar un fin noble usando como medio el sufrimiento y la desgracia, sin embargo, tal cual como yo lo veo, está de más decir que cualquier estrategia para hacer evolucionar el proceso bolivariano y subsanar sus deficiencias, debe incluir a la gente, porque solo se gana con la voluntad convencida de la mayoría. Para ello debemos neutralizar el letargo que causa ese vivir y trabajar para aspirar alcanzar ese sueño americano representado ahora en tantas bisuterías electrónicas. Para ello debemos sacar a las personas de esa falsa seguridad y sentimiento de autorrealización que le proporciona una lavadora, una nevera, un carro nuevo, una casa en la villa tal y cual, un viaje al extranjero, un buen colegio privado, la afiliación al club, el juguete de moda chillando, la televisión de plasma brillando y las siliconas de la dama vibrando. Y es que aún así, con todo ese materialismo deslumbrante, los comunes no debemos ni podemos dar por terminadas las cosas. Quizás por eso tuvimos tantas victorias populares en el pasado reciente. Eran tiempos de mediáticas, pero burdas conspiraciones, y quizás por ser tan absurdas, sacaban de sus casillas al más indiferente de los venezolanos. Eran momentos en los que los oposicionistas no se habían articulado del todo. Eran épocas de ingenuidad bolivariana, pero que llenos de esperanza y necesidad se mantenía vigilantes, alertas; y épocas de arrebatos opositores, que engreídos, arrogantes y sintiéndose superiores, iban cometiendo locuras mediáticas, exponiéndose públicamente para agradar a unos pocos disociados, pero también molestando a otros que eran y son la mayoría. Eran tiempos de amenazas claras y visibles que hacía suponer que debíamos estar con los “ojos pelaos”, participando, apoyando.



En el ahora aún siguen las conspiraciones y los enemigos se han multiplicado, pero a diferencia de antes, mientras los chavistas estrenamos y nos ponemos en la buena, en gran parte gracias a medidas y políticas públicas del gobierno de Chávez, abarrotando el mercado, consumiendo bienes y servicios hasta escasearlos, pues ellos siguen más ricos que nunca, pero sin que esta abundancia los desconcentre, dado que están acostumbrados a la buena vida. Los conspiradores de ahora, más ocultos que nunca, se disfrazan de demócratas y defienden constituciones, se visten con rostros jóvenes cuyas mentes alimentan con el fascismo más originario, se infiltran en la miseria y confunden para luego vencer, se internacionalizan, se alinean, montan shows y antes que Chávez llegue a algún país ya le tiene montada su conspiración, con sus medios, sus periodistas, sus preguntas y todo un mundo de desinformación, mentira y chisme. El propósito de todo esto, pues es el mismo: aniquilar conciencias para ganar preferencias.



Antes de que nos sigamos engordando como cochinos para matarnos en diciembre y comernos unos a los otros, pienso que sí queremos focalizarnos, debemos buscar responder las siguientes preguntas: ¿Cómo sustentar e incrementar la clase media sin que ella, equivocada y mediáticamente manipulada, atente contra lo que la fortalece y la hace crecer?, ¿Cómo dar felicidad a la gente sin que ello implique su adormecimiento y el dejar de luchar por una causa de mayor amplitud?, ¿Cómo satisfacer las necesidades más mundanas y materiales, y al mismo tiempo crear otras, que siendo más intangibles, pero a la vez de mayor permanencia y provecho para la especie humana, encuentren en el colectivo su mejor defensor?



Creo fuertemente, que cualquier cosa que se haga en el ámbito político, social, económico e ideológico, si logra responde provechosamente a las preguntas anteriores, tendrá garantizado su triunfo. Por el contrario, si no se responden adecuadamente, pues no serán los imperios, ni sus lacayos, seremos nosotros mismos los que daremos al traste con lo que hasta ahora nos ha permitido avanzar con éxito, e irremediablemente terminaremos en las fauces de los leones que esperan al acecho la caída de los que embriagados de idiotez, creen tener a Dios agarrado por la chiva.



Adnan Abidar - abidar@cantv.net – 05-01-2008

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