miércoles, 9 de enero de 2008

CARTA DE MOISES AGREDA FUCHS (SOBRE EL TEMA POLÍTICA Vs RELIGIÓN)

Mis queridos hermanos y amigos:
A continuación, me permito transcribirles un artículo publicado en el diario madrileño "El Pais", de esta misma fecha. El thema tratado por el autor está relacionado con el empeño histórico del catolicismo, de pretender a toda costa imponer su hegemonía confesional.


En Venezuela, nuestros gobernantes no supieron establecer debidamente un Estado Laico; donde la religiosidad, de cualquier signo, estuvise separada de las funciones públicas: "El Patronato", "El Concordato" y peor aún " El Ordinariato Militar", tristemente vigente desde la época de Caldera, ha permitido el uso y abuso de los espacios: militares, civiles y públicos, para el disfrute de una creencia religiosa: la católica.


La Capellanía en la Fuerza Amada Nacional, está en manos de los curas. Pregunto: un soldado judio; musulmán; budista; luterano; anglicano; santero, o de cualquier otra tendencia del pensamiento religioso, no tiene el mismo derecho que un soldado católico, a tener "su capellán"? Pero el punto no termina alli; resulta que el catolicismo ha tomado por asalto muchos espacios públicos y el gobierno nada ha dicho al respecto. Por tan solo citar un par de ejemplos: la autopista centro-occidental, a lo largo de todo el Estado Yaracuy, muestra imagénes católicas. En la Plaza Altamira de Caracas, se oficia misa.


En todos los puestos de nuestra Fuerza Armada, hasta en la más apartada Alcabala de la G.N., hay una capilla; los actos oficiales, suelen estar precedidos por un "Tedeum"; los obispos de la conferencia episcopal pretenden marcarle pautas al Estado y opinan en politica, como un partido más; en todos los actos oficiales, donde se rinde homenaje a los Padres de La Patria, está presente el clero católico dentro del llamado Protcolo. ¿por qué?, acaso los otros credos no tienen el mismo derecho? ¿por qué el Estado sostiene los llamados "palacios episcopales"? Según la Constitución, en Venezuela existe libertad e igualdad de cultos. Lean a Cebrián. Cualquier parecido NO ES COINCIDENCIA.


Sabemos que el cardenal Rouco Varela no es partidario del divorcio y así nos lo dio a conocer a finales del año pasado, con gran aparato propagandístico y mediático, rodeado de sus pares y jaleado por sus fieles. Pero sabemos también que la\n excepción confirma la regla y que hubo un divorcio concreto que sin duda no le debió sentar tan mal. Me refiero al de la princesa Letizia (con z de Zapatero), gracias al cual pudo el clérigo oficiar con la pompa debida los esponsales del heredero de la Corona en una escena digna del mejor Anouilh, en la que el honor de dios y el del rey parecieron, por un momento, evidenciarse absolutamente unidos.


Viene esto a cuento de las reacciones públicas tras la reciente manifestación episcopal en defensa de la familia, que no fue tanto un acto religioso como político, en el que los discursos se impusieron a\n las plegarias, y los prelados, lejos de la cristiana costumbre de implorar por los que nos gobiernan, se dedicaron a acosarlos. A partir de ese día se ha organizado un pequeño guirigay en torno a las expresiones de la Iglesia sobre los asuntos de la política y las interferencias que el Estado padece por parte de los poderes fácticos, entre los que no es el menor el de la Conferencia Episcopal, aunque tampoco quizá tan grande como los obispos quisieran y los gobernantes temen.


Merece la pena insistir en lo que oí por la radio al vicepresidente socialista de Castilla-La Mancha: los obispos y la Iglesia tienen todo el derecho a opinar de política, igual que cualquier ciudadano. Pues este es el punto: también los ciudadanos tenemos derecho a replicar a los obispos, sin ningún respeto diferencial hacia ellos más que el que se debe a todo individuo, pudiendo discrepar no sólo de sus opiniones políticas, sino polemizar también sobre sus recomendaciones morales y lucubraciones dogmáticas.


Carecen por eso de fundamento las farisaicas quejas de algunos portavoces eclesiásticos por la supuesta campaña de descrédito organizada contra la Conferencia Episcopal tras la manifestación litúrgica. En cambio, hay que agradecerle a Rouco y compañía que, al sacar las masas a la calle en defensa de su particular visión del mundo, hayan propiciado el debate que nuestra sociedad necesita sobre el papel de la religión en general, y de la Iglesia Católica en particular, en la convivencia española. Un debate que, en aras del consenso de la Transición y del respeto a valores que se pretendían intocables, se ha venido escamoteando a los españoles durante estas tres décadas de democracia.".

Moisés Agreda Fuchs

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