jueves, 3 de julio de 2008

NUEVOS MODELOS DE NEGOCIO EN LAS TELECOMUNICACIONES


HACIA UN MODELO DE FRANQUICIAS PARA TELECENTROS



Scott S. Robinson
Depto. de Antropología
Universidad Metropolitana Iztapalapa, México, D.F.
poner un modelo híbrido de franquicias para los telecentros comunitarios
en la Región.


Contexto y antecedentes
Es un hecho que hoy la mal nombrada ‘brecha digital’ está ensanchándose
en América Latina. La dichosa ‘brecha’ no tiene nada que ver con lo digital
per se, sino más bien refiere a la creciente polarización socioeconómica
donde se registra una regresión a la condición previa de una economía
dual, donde hoy hay pocos ricos, conectados a la Red, y muchísimos pobres,
sin conexión, en la nueva situación postcolonial. Este panorama varía
según el grado y transparencia de la apertura del sector de telecomunicaciones
y el correspondiente nivel de competencia mercantil disponible. Es
indudable que las elites regionales constituyen la primera generación de
usuarios de la red de redes y su empleo como instrumento de trabajo y comunicación
está consolidándose entre las mismas. Estos sectores dominantes
ahora están bien instalados en la Red y cada vez son más capacitados y
cómodos al integrarla en sus proyectos de inversión y de dominio. Pero el
crecimiento de la conectividad y su empleo productivo y creativo entre las
clases populares es un proceso mucho más lento que lo pronosticado durante
la euforia inicial de la Internet en la Región, y es aquí donde debemos
enfocar nuestra inquietud analítica y los enfoques de las políticas públicas
a futuro.
Al tiempo, se registra un proceso de concentración del mercado global
y regional de proveedores de la tecnología digital, hay una expansión de las
redes de los carriers troncales en la región, entran nuevas empresas con amplio
capital de trabajo, como Telefónica de España y América On Line
(AOL), y simultáneamente, se observa una serie de consolidaciones de empresas
nacionales con extranjeras (mergers) y un desaceleramiento del ritmo
de las privatizaciones de las empresas públicas observado durante la primera
etapa de la expansión de la Red en América Latina (1995-2000). Esto
acontece cuando se registra una reducción del crecimiento en la economía
estadounidense, con su corolario en el desaceleramiento dramático del sector
telecomunicaciones o ‘punto com’ al nivel global, aunado a la marcada
reducción del valor de las acciones del mismo en el mercado NASDAQ de
480 Scott S. Robinson
Nueva York1. El resultado es una serie de recortes del empleo, hasta quiebras
de iniciativas digitales empresariales precoces, y el consecuente ambiente
de desconfianza para invertir en proyectos de negocios digitales. Pero
al tiempo, paradójicamente, se registra un dinamismo en el crecimiento
de usuarios de los servicios digitales en la Región2. ¿Pero cómo se puede sos-
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 481
1 Noticias sugerentes de este perfil del mercado actual: http://www.techweb.com/wire/finance/story/
INV20010510S0004
Gerstner: Services Are Tech’s New Driving Force: “….Services, along with technological leadership,
will be the driving factors in high tech, he said, as opposed to commodity businesses. Companies
that do not adapt will be marginalized, he said, adding: “You must innovate or integrate.”;
http://www.techweb.com/wire/story/reuters-finance/REU20010510S0004
“…A slump in the chip and components markets, sparked by a sudden slowdown in demand late
last autumn for personal computers and cell phones, is increasingly expected to bottom out this
year, but in the meantime profits will likely remain under pressure.”
http://www.totaltele.com/view.asp?ArticleID=39851&pub=tt&categoryid=0
Siemens to overhaul telecoms businesses, By Total Telecom staff, 10 May 2001: German electronics
and engineering group Siemens said Thursday it would cut a further 2,000 jobs from its Information
and Communications Network (ICN) business, Reuters reported, bringing the total number
of jobs lost at the fixed network unit to 5,500. The company also said it would cut back start-up
costs at its U.S. broadband and optical networks units to ensure ICN meets profitability targets set
last December. Total cost savings at the ICN unit are expected to reach 800 million euros. The latest
job cuts follow 2,600 job losses at Siemens’ ICM mobile unit, bringing the group total so far
to 8,100.
http://www.totaltele.com/view.asp?ArticleID=39654&Pub=CWI&CategoryID=705
Business in Brief - Tough all over: downsizing across the board
2 Thursday May 10, 7:05 pm EDT, TheStandard.com; “LatAm’s Net Growth Strong Despite Dot
Bombs”, By Juan Carlos Pérez - IDG. “…Jupiter Media Metrix has revised upwards its Internet usage
forecast for Latin America. The New York-based market research firm now expects the region to
have 77 million individual users by 2005, according to analyst Lucas Graves. Jupiter’s forecast a year
ago called for the region to have 66.6 million online users by 2005… What this means is that the
woes that have affected the technology sector in the past year - such as plummeting stock prices,
myriad bankruptcies and massive layoffs - have had little or no impact over Internet adoption in
Latin America… other barriers that could hamper this projected growth continue to exist, including
slow connections, high costs of telecommunication services and access devices, and concern
over privacy protection and security of online data… Graves highlighted that most of the Latin
Americans who will be online in 2006 aren’t online today, proof that this is still a nascent and very
fast-growing market. His company estimates that 21 million people in the region used the Internet
by the end of 2000, equivalent to 4 percent of the region’s population, but that is expected to grow
to 86 million people by 2006, or 15 percent of the population. By comparison, in the much more
mature U.S. market, 66 percent of the population will use the Internet by 2006... AOL Latin America
announced Tuesday that its subscriber base increased to 647,000 in its first fiscal quarter of
2001, ended March 31… a company such as AOL Latin America doesn’t have to steal customers
from its competitors, because the growth in new users is so phenomenal. (Re overall Internet usage,
In Brazil, about 60 percent of users are in Sao Paulo, Rio de Janeiro and Curitiba, while 78 percent
of Argentinean users are in Buenos Aires.
tener este ritmo dado el perfil del nuevo usuario urbano en América Latina,
en un ambiente de crédito restringido, y sus atenuantes en la capacidad
de compra en el mercado de servicios en base de la Red? Suponemos que la
expansión registrada en la región tendrá su tope a corto plazo al saturar los
actuales mercados urbanos y la incapacidad de ampliar la base de usuarios
entre las clases populares y rurales, a los costos actuales. Son condiciones del
nuevo mercado donde prevalecen las empresas transnacionales con su mayor
capacidad financiera, su control de las tecnologías de punta, su audaz
política de negociar concesiones, y su capacidad de aguante en momentos
de restricciones en la demanda y aumentos en el costo del financiamiento
de sus inversiones. Muchos de los que llegaron primero al mercado regional,
y se establecieron con su marca en el ambiente de los usuarios de la primera
generación, sean empresas de equipos (hardware), sistemas operativos
más aplicaciones (software) y diversos servicios en demanda, poseen una
mayor probabilidad de mantenerse en la competencia en tiempos de una
contracción del mercado y de una consolidación de los proveedores. Y estas
empresas no son locales, sino transnacionales, o coinversiones (joint ventures)
con socios nacionales, lo cual no debe sorprender, pero sí llamarnos
la atención en cuanto al ritmo de la concentración de los proveedores, y la
creciente privatización de los instrumentos de entrega y los contenidos de
la Internet.
Nos encontramos ante un modelo de planeación del ambiente mercantil
donde las fuerzas vivas internacionales y regionales (léase, las elites nacionales)
se han puesto de acuerdo para preparar el terreno en lo que podemos
etiquetar rústicamente como el futuro ‘modo digital de producción’. En
efecto, se refiere al marco jurídico en cada país que permite las conexiones
a la espina dorsal digital de la Internet (‘backbone’, con la excepción inexplicable
de Ecuador), reglas claras para las empresas que pueden jugar en esta
cancha (con sus altísimos costos de entrada por las inversiones en tecnología,
licencias, etc., que este desarrollo de vanguardia tecnológica ahora representa),
las proporciones de participación de capitales nacionales e internacionales,
las tarifas de interconexión, los obligados enlaces con el respectivo
aparato de seguridad nacional, hasta los beneficios fiscales para los que
entran primero al mercado. Sugiero que hubo un proceso de reacomodo de
los grupos de capital, a mediados de la década del noventa, justo cuando la
Internet mostraba que llegaba a la región latinoamericana para quedarse (vía
482 Scott S. Robinson
subsidios a las conexiones de las universidades públicas que se tradujeron de
facto a subsidios ocultos para algunas empresas privadas en ciertos países).
Este proceso, aún sin documentar por los historiadores contemporáneos,
implicó una serie de seminarios discretos, al interior de las instituciones académicas
privadas que forman los cuadros ejecutivos de hoy y mañana, muchas
con compromisos confesionales, donde se analizaron esta nueva tecnología,
los marcos jurídicos ‘convenientes’ para los grupos estratégicos en cada
país, y a la vez los términos de negociación con los proveedores de la tecnología
digital y socios financieros extranjeros. Las elites nacionales, con pocas
excepciones, se sirvieron bien, costeando la asesoría necesaria para comprender
la novedosa cancha del juego en este momento insigne de transición
al modo digital de producción. Durante el último lustro hemos visto
la aprobación de las respectivas Leyes Nacionales de Telecomunicaciones, la
creación y/o reforzamiento de los entes reguladores de este mercado de nuevos
servicios, la aparición de las primeras empresas proveedoras de estos productos
digitales en su respectiva escala nacional, las inversiones requeridas
para ofrecer la conexión a los clientes con la capacidad de pago (un proceso
casi concluido), y la consecuente integración de la cultura de la informática
y la información al interior de estas mismas elites a cargo de estos negocios.
Ellas se han preocupado para revisar la planeación estratégica de sus
empresas y su correspondiente ubicación en la novedosa dinámica de la división
internacional del trabajo.
Pero muchos reconocen que el mercado no es capaz de llevar estos servicios
digitales a un mercado masivo en sus países, donde existen amplias
poblaciones marginadas de este proceso global y cuyos recursos para alcanzar
una participación digna son cada día más limitados y su aislamiento un
factor limitante. Estamos ante una revisión del actual modelo de desarrollo-
(Moscoso, V. 1996: 130)3.
Uno de los resultados de la actual contracción del mercado de servicios
y productos digitales, la nombrada crisis ‘punto com’, es una reducción en
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 483
3 Mosco, Vincent (1996). Political Economy of Communication: Rethinking and Renewal. London: Sage.
“This revisionist argument maintains that business leads the modernization process and that,
while nothing should be neglected, it is more important to establish an advanced telecommunication
and computer infrastructure for business than it is to create mass communication systems. The
new vision calls for the establishment of state-of-the-art digital communication systems that make
it possible for businesses operating in the developing world to participate fully in the international
division of labor”.
la disponibilidad de capital de riesgo4, al momento de una maduración del
mercado de las elites regionales cuya capacidad de pago garantizó la integración
de los diversos servicios digitales a sus diversos intereses comerciales y
financieros durante la primera fase de la expansión de la Internet latinoamericana.
Pero no se proyecta la misma tasa de retorno sobre la inversión para
llevar la conectividad a los barrios populares y pueblos rurales. En pocas palabras,
la iniciativa privada, que vive contemplando el reto de cómo ampliar
sus mercados, no aprecia con ojos codiciosos al mercado potencial de la conectividad
popular. Simplemente, este sector no posee en estos momentos
una capacidad de compra respetable, mientras se están cosechando buenas
utilidades en los ambientes urbanos. Y es improbable que esta capacidad
económica se mejore cuando el ambiente regulatorio auspicia la privatización
de las TIC, el retiro del sector público de políticas que implican inversiones
no poco lucrativas propiciando así un mayor endeudamiento o déficit
fiscal, al tiempo que se reduce la capacidad de compra de los sectores populares
ante el ciclo de crisis del capitalismo regional. Es predecible que las
limitaciones en la expansión del mercado del consumo de servicios digitales
significan una mayor concentración de empresas, controladas para las megacorporaciones
en el nuevo ámbito digital. En este escenario es posible que
estas empresas puedan bajar el costo de los equipos y la conexión para mercados
masivos, urbanos y rurales, nacionales o regionales, porque pueden
amortizar sus inversiones a escala sobre un enorme mercado de usuarios y
clientes. Además, la histórica incapacidad de las economías regionales para
ofrecer empleo digno a la mano de obra disponible ha generado un amplio
patrón de emigración de los seres más emprendedores cuyos envíos de dinero
refuerzan la capacidad de compra en casa.
El perfil regional de esta migración, antes rural hacia los centros urbanos,
hoy se acerca a una verdadera diáspora internacional (México5, Ecuador,
El Salvador y Guatemala son casos ejemplares), produciendo como
consecuencia economías que viven del envío de las remesas de los migrantes
y la consecuente fuga de cerebros de las regiones marginadas.
484 Scott S. Robinson
4 Impacta el encabezado reciente: “Venture Capital Fund Losses Signal Retrenchment”. Consulte la
nota: http://www.internetweek.com/story/INW20010411S0010
5 Mexican Migration Project, http://lexis.pop.upenn.edu/mexmig/welcome.html
Además del resto de los países del istmo centroamericano (con la excepción
de Costa Rica que recibe migrantes de Nicaragua), hay amplias regiones
de Colombia y Perú que también emigran hacia los Estados Unidos y
Europa (España, en particular). De igual manera existe un patrón de migración
regional dentro de los países del MERCOSUR, donde los polos de desarrollo
industrial y urbanos, como Sao Paulo, por ejemplo, y en menor grado,
la gran Buenos Aires, reproduce y con el tiempo va consolidando las rutas
de la migración y las remesas. El hecho ha reconfigurado las zonas rurales
en casi toda América Latina, con pocas zonas marginadas del proceso, y
el fenómeno tiene consecuencias al interior de los pueblos rurales y las ‘pequeñas
ciudades de provincia’ (como se suele referir a estos espacios desde
la soberbia de los respectivos capitales nacionales y metropolitanos). Son
cuatro los aspectos que pueden llamar nuestra atención: 1) el capital humano
de los emprendedores es cada vez más escaso, un hecho que dificulta el
fortalecimiento del endeble capital social aún presente en estas comunidades;
2) las mujeres jóvenes quienes han aprovechado los nuevos recursos
educativos disponibles durante la última generación están llegando a puestos
de responsabilidad al nivel local y microrregional, inaudito hace poco y,
en cierta medida, en función de la ausencia de sus hermanos y primos, lo
cual está transformando las relaciones de poder entre los géneros humanos
en estos ambientes tradicionales; 3) el flujo de las remesas enviadas por los
migrantes paga un altísimo costo de transacción y ofrece una oportunidad
para crear una red de telecentros e instituciones de microcrédito al servicio
de los migrantes; y 4) es notable la falta de atención a este proceso, un indicador
de la regionalización del modelo de desarrollo industrial aún vigente,
pero donde los estados nacionales desaprovechan las posibles políticas
públicas relevantes. Ya hay propuestas en este sentido desde la sociedad civil
y el sector universitario6.
Como es de esperar, se registran cambios culturales en estos ambientes
sociales tradicionales, en las comunidades campesinas del accidentado mosaico
topográfico de la realidad regional, dentro de las colonias o barrios populares
‘detrás de la catedral’, en el centro de nuestras urbes, o en las extensas
periferias suburbanas de las megaciudades regionales. En primer lugar,
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 485
6 Rethinking Telecenters: Knowledge Demands, Marginal Markets, Microbanks, and Remittance
Flows, http://www.isoc.org/oti/articles/0401/robinson.html
no sólo se encuentra un magisterio, equilibrado entre mujeres y hombres,
con por lo menos dos generaciones de esfuerzos, dentro de burocracias anquilosadas
de la educación pública de primer nivel; son grupos comprometidos
con sus comunidades, pero un tanto paralizados ante la falta de opciones
personales, la corrupción y negligencia en sus jerarquías del trabajo, y el
miedo de abrazar innovaciones que pueden perjudicar sus prometidas jubilaciones.
También, se encuentra una endeble red de centros de salud a cargo
de enfermeras y médicos cuyos esfuerzos para mantener una semblanza
de salud pública son verdaderamente heroicos en ambientes donde el presupuesto
para el cuadro básico de medicinas se gasta dentro del aparato administrativo
y no en los puestos de atención para un público necesitado.
Suele haber una computadora nueva sobre el escritorio del médico responsable
de una región, pero ni tiene Internet ni hay una red de información
diseñada para atender sus demandas. Las enfermeras no tienen acceso a la
información que requieren para atender a fenómenos nuevos, como son los
casos de SIDA introducidos por los migrantes entre sus cónyuges. En otro
rubro los mandos medios municipales, el personal administrativo del primer
nivel, tampoco tienen acceso al marco jurídico pertinente a sus funciones
o una cartografía digital que permite, con la capacitación pertinente, el
manejo de sus linderos, recursos naturales y el catastro que de manera acelerada
proveerá los recursos fiscales para su propio mantenimiento. Y todo
acontece en ambientes locales donde el antaño compromiso con la comunidad,
manifiesta en faenas, mingas y tequios7, por ejemplo, se atenúa a diario
ante la creciente secularización y fragmentación del respeto al espacio
primordial.
Otro fenómeno, más preocupante aun para el futuro de proyectos sociales,
es la palpable reducción en los recursos filantrópicos dedicados a los
proyectos experimentales que los telecentros comunitarios todavía representan.
En la medida en que los grandes consorcios atestiguan una disminución
en sus ingresos, hasta pérdidas entre algunos, las aportaciones a sus respectivas
figuras filantrópicas son reducidas (un ejemplo: el programa World e-
Inclusión de Hewlett-Packard8). En breve, hay menos utilidades, y así me-
486 Scott S. Robinson
7 Instituciones de trabajo comunitario en las comunidades tradicionales de las regiones mesoamericana
y andina.
8 www.hp.com/e-Inclusion
nos aportaciones a los fondos de apoyo para proyectos filantrópicos, reducciones
en el valor del portafolio de las fundaciones internacionales, y titubeos
en el destino de los fondos disponibles en los Social Trust Funds de algunos
países desarrollados para proyectos como, por ejemplo, el proyecto
del Grupo de los Ocho, G8, la Dot Force9. Este cuadro, poco alentador,
junto con las dudas sobre la viabilidad de la sustentabilidad a futuro de los
telecentros, el único modelo genérico para proveer de servicios de información
a los pueblos y barrios actualmente sin servicios digitales, augura una
probable contracción en los apoyos disponibles a futuro para los mismos
proyectos comunitarios que no han demostrado su capacidad de elaborar y
poner a prueba un modelo de negocio sustentable en el mediano plazo.
Además, estas instancias internacionales juegan con reglas chuecas: por un
lado, comparten retóricamente un compromiso con el desarrollo sustentable
(un postulado aún teórico pero donde el consumo de información no
puede ser más que intensivo para controlar muchas variables involucradas),
pero al tiempo muestran muy poca voluntad para presionar a las administraciones
nacionales (“…no podemos violar la soberanía nacional…”) cuyas
políticas, o por lo menos, usos y costumbres, en la práctica contradicen o
sofocan el éxito de los proyectos ‘apoyados’ con recursos públicos internacionales.
Estas instancias han perdido credibilidad ante la comunidad de organismos
no gubernamentales cada vez más numerosos y activos.
El papel de las instituciones financieras multilaterales tampoco nos debe
entusiasmar. El Banco Mundial mantiene una ventanilla con recursos limitados,
trámites engorrosos y dictámenes discrecionales para proyectos digitales
innovadores (Info Dev), pero a pesar de intensos debates internos sobre
el futuro de la institución ante la llegada de la Sociedad de la Información,
y el arranque de algunos proyectos promisorios (Barrio Net y World
Link, por ejemplo), el mayor peso estratégico parece haber pasado al controvertido
Development Gateway10, proyecto que consiste en un megaportal
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 487
9 http://www.markle.org/seconddraft.pdf
Global Bridges: Digital Opportunities, Draft Report of the DOT Force, v. 2.0c
www.vecam.org/dotforce.htm
Memorandum presented by the French NPO side to the Digital Opportunity Task Force.
10 Consulta www.brettonwoodsproject.org/update para obtener un panorama crítico y actual sobre la
evolución del proyecto Development Gateway (www.developmentgateway.org).
También, el programa de School Links: www.world-links.org.
en la Internet donde se concentra “toda la información relevante para el desarrollo”
para un conjunto de países y ONG. Una de las muchas vetas de la
amplia crítica en su contra hace hincapié sobre la desviación de recursos hacia
un banco de datos que en efecto duplica esfuerzos de distintas organizaciones
civiles, hasta sitios comerciales, de esta manera coartando las opciones
para los promotores de telecentros comunitarios, entre otros proyectos11.
Muchos de los que hemos exteriorizado una crítica al proyecto Gateway lo
consideramos como una traición a la causa del acceso universal con capacitación.
Este tema del enfoque digital prioritario del Banco Mundial no es
trivial, y al parecer es coherente con el perfil del nuevo modo digital de producción
que esbozamos más arriba. En la medida en que se sube el costo de
oportunidad para que las organizaciones civiles participen de los recursos
que el Banco es capaz de movilizar, sus directivos ahora han decido canalizar
estos fondos a su propio portal y no a la amplia problemática de la conectividad
y los contenidos. Así se reducen las opciones y los recursos para
las mismas ONG, y se acorta el tamaño de la cancha de su juego y negociaciones
con otros actores. Al parecer el Banco no oye bien, ni hace caso a las
agudas críticas enviadas a la consulta pública sobre el caso. Cabe señalar que
hay una audacia particular detrás de la propuesta del ‘portal del desarrollo’
del mismo Banco, al utilizar la red de redes para concentrar información,
con un supuesto valor agregado, que probablemente será de mayor utilidad
para el sector público y privado que para el sector social, con pocos instrumentos
de análisis a su disposición.
Con mayor presencia en la Región, pero sin una política clara con relación
al empleo de las nuevas tecnologías digitales, se encuentra el Banco Interamericano
de Desarrollo. El resto de la familia de organismos internacionales
de corte oficial carece de acciones contundentes acordes con las posibilidades
que las nuevas tecnologías ahora estos organismos permiten, o se
limitan a la administración de proyectos pilotos de poco escalamiento y relevancia
para necesidades locales12. El resultado es que estas actividades de
488 Scott S. Robinson
11 El sitio www.brettonwoodsproject.org contiene las críticas más agudas y pertinentes al proyecto del
Portal del Desarrollo. La amplia consulta pública sobre el diseño inicial de la iniciativa se puede ver
en: www.globalknowlege.org
12 Merece revisar el programa de un evento regional y estratégico del BID donde, al parecer, toma una
posición en referencia a proyectos de telecentros o figuras semejantes: http://www.tele-centros.org-
/comunidad/tallerBID.html
poca trascendencia atenúan las posibilidades para proyectos distintos, al tener
‘tomado’ el espacio institucional y por la legitimidad poco impugnable
que las agencias de la ONU comparten. Existe una suerte de territorialidad
institucional que no cede a las buenas intenciones de propuestas competitivas
en materia de las NTIC en el escenario regional. De esta forma, el accionar
de estas instituciones financieras regionales ocupa el menú de opciones
de los funcionarios de gobiernos locales, frenando o limitando su perspectiva
y voluntad para considerar propuestas alternativas que representen
alianzas no tradicionales. Éste no es un cuadro de probables actividades innovadoras
que merece algún premio, más bien estamos ante un escenario
donde la incapacidad institucional para rebasar iniciativas hegemónicas aún
es la norma.
Las universidades públicas comparten este escenario del nuevo modo
digital de la producción, donde la reticencia del Estado y ‘las fuerzas del
mercado’ cohabitan con una moderna torre de Babel de discursos y profecías
sobre el ‘desarrollo para la sociedad de la información’, la educación a
distancia, la urgencia del adiestramiento tecnológico, las reformas a la docencia,
pero de hecho, son contadas las iniciativas concretas a escala nacional
y regional. Hay una situación paradójica donde las universidades públicas
han sido responsables de las conexiones iniciales a la Red en muchos
contextos nacionales, pero no han sido capaces de sostener un liderazgo en
su aplicación a las tareas sustantivas de la educación superior y participar como
socios en el desarrollo de políticas públicas pertinentes. El vacío creado
por la ausencia de estos proyectos es campo de cosecha productiva para las
universidades privadas; el Tecnológico de Monterrey, México, por ejemplo,
goza de más de una docena de ‘campus’ con instituciones hermanas en igual
número de países latinoamericanos, y su Universidad Virtual sin duda es líder
en este nuevo mercado de la oferta de servicios educativos en línea. No
se entiende la actual parálisis en este campo de las universidades públicas,
salvo que la consigna discreta es que no es costeable competir con el TEC e
iniciativas semejantes13. El desorden en esta materia hoy en México, por
ejemplo, es sintomático de la duplicación de esfuerzos, inversiones y carencia
de liderazgo en este rubro. Sí es alarmante que la función clave del sector
universitario en materia de la enseñanza y la información sea cada vez
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 489
13 http://www.ruv.itesm.mx/programas/maestria/mte/
más un espacio privado donde el acceso para la nueva certificación de conocimientos
tiene un costo que el pueblo no puede pagar. Esto significa indudablemente
que la participación hoy y a futuro en dicha Sociedad del Conocimiento
será una función de la capacidad de pago, lo cual limita aun más
a los probables estudiantes en el futuro cercano.
Es en los marcos regulatorios donde mejor se reflejan los compromisos
del Estado con sus respectivas elites y las políticas públicas negociadas por
las mismas con miras al desarrollo y la oferta de las TIC al nivel de cada país.
Sin embargo, estamos en una época bautizada con la etiqueta ‘neoliberal’,
donde se concede un poder cuasi divino a la oferta y la demanda en los mercados
para resolver la distribución de bienes, servicios y también, me temo,
el poder. Los políticos contemporáneos no distinguen entre una política
económica y las políticas ‘políticas’, piensan que son lo mismo14. Muchos
políticos pasaron de tal a ser hombres de negocios públicos, una distinción
sutil, pero clave. Al adelgazar el Estado no se considera que las variaciones
de la política económica requieren ajustes en los propósitos y en las metas
políticas. Los estados nacionales hoy en América Latina han pasado de ser
promotores del desarrollo a una condición de protectores o guardería de
proveedores, propios y ajenos, en mercados establecidos, además de reguladores
de las reglas de entrada, porteros elegantes, para nuevos actores con
productos y tecnologías novedosos. La ausencia de información útil, puntual
y confiable además de la existencia de pocos procedimientos transparentes
en las entidades reguladoras o en el espacio administrativo donde se
definen las políticas de telecomunicaciones es hoy la regla, y no la excepción
en todos los países. Hay discursos pulidos y promesas sobre papel acerca del
‘acceso universal’ a la conectividad15, pero en el fondo, las prioridades son el
490 Scott S. Robinson
14 http://www.emayzine.com/lectures/Lapols~1.htm
15 Puebla, 2 de mayo del año 2001. Versión estenográfica de las palabras del Presidente Vicente Fox
Quesada durante la presentación del Programa de “Gobierno Electrónico Puebla Digital”, en el
marco del II Encuentro Iberoamericano de Ciudades Digitales: “Amigas y amigos, bienvenidos todos…
Estoy convencido de que estas tecnologías son indispensables para insertarnos con éxito en
la economía global. Hoy por hoy una de las principales ventajas competitivas de una economía, es
la conectividad. Estar enlazados significa conocimiento, vanguardia y prosperidad, por eso el acceso
de nuestras sociedades a los sistemas de comunicación y de información multiplicará las posibilidades
de desarrollo humano y de crecimiento económico... La conectividad tiene que llegar a las
zonas marginadas, a las familias excluidas, a donde está la pobreza, tal como la tenemos en México,
40 millones de pobres que pueden beneficiarse ampliamente, precisamente de este esfuerzo de mejora
de Gobierno y de conectividad…”.
reciclaje de la deuda heredada, la administración de los linderos de los intereses
de las elites influyentes y, en la medida posible, la protección de cotos
financieros y mercantiles nacionales, a los que hay que agregar el nuevo sector
Telecom. La política como tal en las incipientes democracias de la Región
se ha degradado desde la anterior lucha entre partidos, con cierto grado
de representatividad, hacia las competencias electorales hoy jugadas, con
pirotecnia retórica y simbólica en la cancha de la pantalla de la televisión cuya
difusión es casi universal; ahora los nuevos votantes jóvenes, criados frente
a la tele y en sistemas de educación pública mediocres, determinan los resultados
de elecciones presidenciales (véanse los recientes procesos en México,
Perú y Venezuela)16. El empleo de la demagogia digital, que promete el
desarrollo a raíz de la conectividad, surge en el escenario de los discursos políticos
en una Región sumergida en un profundo dualismo económico y
cultural.
Mientras las economías nacionales sean inestables y ahora las elites se
consolidan regionalmente, junto con sus socios financieros y comerciales17,
y los nuevos políticos, apologistas del mercado sagrado, se enredan en planes
de austeridad, el ‘redimensionamiento del Estado’ y la reducción de programas
sociales, la tecnología avanza a un ritmo inexorable. El acceso bidireccional
a la Internet vía satélite es hoy una realidad, pero aún no disponible
en amplias regiones de América Latina por trabas en el marco regulatorio
nacional respectivo18. Es evidente que este nuevo escalamiento de la conectividad
amenaza a los proveedores nacionales que disfrutan de condiciones
oligopólicas en sus respectivos mercados. Desde puntos de acceso geográficamente
céntricos, se puede ‘cablear’ una microrregión por medio de
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 491
16 Las democracias de América Latina deben asumir que sus resultados decepcionan a los ciudadanos:
Serrat, La Jornada, México, 12 de mayo de 2001.
17 Nótese la actividad del Grupo Cisneros de Venezuela al hacer alianzas locales mientras se amplía la
cobertura de América On Line, AOL.
18 Es pertinente la batalla para controlar el acceso a la Internet vía satélite: “MURDOCH GETS RIVAL
IN BID FOR DIRECTV—Satellite TV broadcaster EchoStar is making a play to acquire DirecTV
from Hughes Electronics Corporation, a General Motors subsidiary. The move, which complicates
the bid for DirecTV made recently by Rupert Murdoch’s News Corp, offers a two-phase
plan that would immediately give GM a substantial amount of cash for a minority stake in Hughes
and later seek regulatory approval for a full merger. General Motors is pressed for cash because
of keen competition it faces in its North American and European auto markets (Financial Times 25
May 2001).
http://news.ft.com/ft/gx.cgi/ftc?pagename=View&c=Collection&cid=IXLC078IH7C
módems fijos inalámbricos de alta velocidad o unidades de microondas conectadas
a la base de una antena satelital de tamaño reducido y ubicada al
centro de dicha región. En México, la disponibilidad de estas opciones tecnológicas
camina muy por delante del ritmo de la autorización oficial y la
capacidad para supervisar los nuevos servicios ofrecidos por distribuidores,
si no piratas, sí operando en el espacio gris del marco legal con estas tecnologías
de punta. No es descabellado contemplar un panorama regional donde
la compra e instalación de esta gama de nuevos instrumentos de la conectividad
rebasa a las ‘supervisoras del mercado’, provocando de esta manera
un caos mayor en cuanto a la saturación de frecuencias, la inundación
con equipos chatarra de baja calidad, donde cualquier narcotraficante menor
puede instalar su ISP con acceso vía satélite y vender la conectividad a
sus vecinos. Ante la falta de políticas nacionales acordes con el ritmo del desarrollo
tecnológico y la creciente demanda para el acceso, inducido intensamente
por el nuevo género de la propaganda televisiva que hace referencia
continua a la Internet, encontramos además la proliferación de los cibercafés,
con y sin registro, disfrutando de varias opciones para su conectividad.
Es hoy un hecho palpable en toda la Región.
La ‘cibercafezinhozación’ de América Latina es un proceso dinámico en
pleno vuelo19. El fenómeno tiene varias implicaciones alarmantes desde la
perspectiva del proyecto de telecentros comunitarios. En primer lugar, es un
reflejo de la demanda inducida por la televisión, la moda y su intrínseco valor
pragmático20. Al tiempo, es un reflejo de la carencia de políticas públicas
por parte de los Estados nacionales, abandonando al mercado la oferta
del acceso universal a la Internet. Conforme crece la demanda, la industria
de los productos y servicios digitales vive satisfecha con esta estrategia, pero
compartiendo, quizá, una suspicacia en cuanto a la indefinición de las polí-
492 Scott S. Robinson
19 Hay una discusión sugerente en el artículo: Enredo mexicano, de Antulio Sánchez:
www.etcetera.com.mx/pag59ne6.asp
20 Ver una opinión sobre el reciclaje de la chatarra digital en los EE. UU.: May 13, 2001, David
Brooks, New York Times Magazine, “The Peculiar Ruins of the New Economy”: “We used up the
zeitgeist of the 1990’s, and now we’re trying to sell it off… but it’s really the spirit of a decade that’s
being put on the remainder desk. For Sale: One Previously Owned Cultural Moment/Now Slightly
Embarrassing. It’s goodbye to the epoch — which must have lasted all of seven years — in which
people chatted excitedly about free-agent nations, distance being dead, I.P.O.’s, the long boom and
those dot-com ads during the Super Bowl that showed global children united by the wonders of
instant communication… “.
ticas públicas pertinentes; la condición de abandono o desidia actual les favorece,
hasta cierto punto, porque es fácilmente agotable la demanda popular
del acceso a los servicios digitales vía un número fijo de cibercafés (que
se acerca ya en muchos ambientes urbanos saturados con la oferta). Entonces,
se puede prever a corto plazo (¿dos años?) la saturación de la demanda
para equipos, periféricos y servicios, por no poder llegar aún a un público
consumidor masivo debido al actual alto costo de las PC y la conectividad.
Pero lo preocupante de este cuadro, que ya observamos en la realidad regional,
es el modelo de consumo que representa, duplicando fielmente la estrategia
de la televisión comercial que fomentó exitosamente un público verdaderamente
masivo de consumidores pasivos, en casa, viendo la tele cuando
gusten, y saliendo a comprar lo anunciado. El peligro, a mi juicio, de la
incipiente fuerza subversiva de expansión de los ‘cibercafezinhos’, es la reproducción
del modelo de consumo entre los usuarios de unos pocos instrumentos
disponibles en línea: chat, correo, música y acceso a sitios de pornografía,
de artistas favoritos y algo de ‘shopping’ pasivo21, menospreciando
el enorme potencial del instrumental disponible. La subversión consiste en
el nuevo habitus de los ‘cibercafezinhos’ cuyos usuarios subutilizan las opciones
de enseñanza y aprendizaje por falta de una cultura de la información
y su transformación en conocimiento. No podemos descartar la noción, un
tanto maquiavélica, de que las elites nacionales prefieren este modelo de acceso
y consumo ante las opciones, quizás apocalípticas, de pueblos conectados,
bien informados y exigentes de sus derechos y servicios públicos ahora
negados. Me atrevo a sugerir que estas elites no tienen un compromiso sólido
ni convencido con el acceso verdaderamente universal y, de esta manera,
la segunda fase de la Internet en la Región, que ahora se inicia, puede
guardar algunas sorpresas ingratas.
Esto acontece mientras entre la gama de países se observa a un Estado
titubeante ‘esperando al mercado’, o pregonando y lanzando proyectos pilotos
o anunciando ‘telecentros para todos’22. Algunos han entrado en una
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 493
21 http://www.reforma.com/tecnologia/articulo/087737/
Más que nunca en línea: La séptima entrega del consumo cultural y de medios muestra que los internautas
mexicanos promedian 3 horas y media al día en la Red, y que el uso de Internet en México
privilegia el entretenimiento más que como herramienta de trabajo o estudio. Reforma, México,
DF, 16 abril 2001.
22 Véase el anuncio de 300 telecentros más en Venezuela:
http://www.el-nacional.com/eln08062001/f-pf1s2.htm
suerte de carrera en cuanto a la ‘digitalización y conexión’ de sus países, que
promete mucho derroche de recursos fiscales al servicio de megacontratos
para hardware que será subutilizado23. ¿De veras, necesitamos una Internet
2? Sin embargo, es evidente que los usuarios populares, por su nivel de pobreza
y actual condición de anomia24, no pueden ser el motor de una ampliación
marcada del empleo del instrumental digital, o la figura conductora
de la capacitación para acercarse a la información útil, necesaria y conveniente
para los proyectos colectivos y personales dentro del fenomenal mosaico
de la diversidad cultural latinoamericana. Es cierto que un sector juvenil
se acerca con mucho entusiasmo a la red de redes, pero es un grupo
minoritario y auto-reclutado, muchos más quedan excluidos. No se debe
utilizar el filtro de la curiosidad humana de los que tienen algunos pesos en
la bolsa para probar la novedad en el cibercafé de la esquina. La situación
exige un compromiso y una estrategia del Estado, más allá de cualquier Plan
Nacional de Desarrollo. Es el Estado, en alianza con organizaciones civiles
y proveedores de servicios digitales, el que puede incentivar la ampliación
de la red incipiente de telecentros comunitarios de acuerdo a coaliciones novedosas
de intereses mercantiles e institucionales; en pocas palabras, hace
falta una política pública respectiva. Pero, ¡un momento!, ampliar o extender
la conectividad puede significar no sólo atenuar la lucha de clases (¿se
acuerdan?) por medio de una movilización de las ilusiones de que la Internet
representa un camino seguro hacia la prosperidad y el desarrollo, sino
también es capaz de vencer la resistencia de la economía informal y la cultura
popular para ser integradas al modelo capitalista actual, ávido de cobrar
más impuestos y de controlar los espacios antihegemónicos. En este escenario,
nada descabellado, los proyectos de E-Gobierno, por ejemplo, pueden
ser intentos disfrazados para racionalizar el cobro de impuestos a los que
494 Scott S. Robinson
23 No es fantasioso el comentario de un agudo participante en las listas de las comunidades en línea:
“It strikes me that we are in a computer arms race with each nation vying to make it the greater
equal amongst equals. And while each unit doesn’t cost millions like missiles and tanks, the consumption
of capital is large and the rationale the same. If we don’t have it we will be left in the dust
or absorbed or we will become road kill on the information/economic super highway. The electronic
equivalent of “arms merchants” are using the same tactics that sell F-16’s, cruise missiles and
kevlar vests”. Tom Abeles, 25 mayo 2001.
24 Llama la atención la ausencia de una referencia a una estrategia para los servicios e instrumentos digitales
en las plataformas de campaña de los tres partidos de mayor importancia en las elecciones
presidenciales del año 2000 en México.
ahora viven fuera del sistema financiero, viviendo a diario, en su micronegocio
o en la calle.
¿Por qué crear telecentros comunitarios como una política pública prioritaria?
¿No será más barato y eficiente que la dinámica red de cibercafés privados
en la Región atienda la demanda de los nuevos usuarios de la Internet
para el acceso a los múltiples servicios digitales? Es un tema legítimo y
propicio para un amplio debate que aún no se ha dado en América Latina.
En el fondo se trata del modelo de desarrollo preferido, una decisión normativa,
tomando en cuenta el emergente modo digital de la producción y
el papel todavía dominante de las elites nacionales y regionales que seguirán
protegiendo lo suyo. A mi parecer, estamos sobre un parte aguas donde por
un lado, la continuación del camino esbozado arriba pronostica una profundización
de la brecha socioeconómica actual, una regresión, pues, a la condición
colonial de antaño; por el otro, una amplia red de telecentros nos
ofrece posibilidades novedosas para vincular la conectividad con el desarrollo
social. Podemos imaginar el siguiente escenario, en plena época cuando
se concretan en el espacio algunas fantasías de los escritores de la ciencia-ficción
apenas una generación atrás: los pueblos indígenas y campesinos, geográficamente
marginados pero socialmente vinculados con los barrios populares
proletarios de las grandes urbes, con amplias sucursales de personal en
el extranjero, viviendo en condiciones tecnológicas raquíticas, compartiendo
un acceso problemático a un sistema de educación pública deficiente y
contrastante con lo ofrecido en las instituciones privadas (por no hablar de
la salud y la nutrición), observando y viviendo desde la periferia el algoritmo
de su creciente distancia o aislamiento de la dichosa Sociedad de la Información
y el Conocimiento. Es el cuadro de la nueva marginación digital
y, como es de suponer, coincide con el avance del modo digital de la producción.
El otro sendero, en cambio, el de los telecentros, atiende la condición
actual del divorcio de los pueblos y las clases populares de los recursos
digitales que la conectividad ofrece, pero no se queda libre de algunos supuestos
utópicos en cuanto a la posible demanda de usuarios teóricos, ahora
dispersos entre los cibercafés mientras asisten a universidades públicas e
institutos tecnológicos (que hoy ofrecen acceso a sus alumnos). Además, a
partir de los telecentros se podrían generar incentivos culturales apropiados
para los mismos usuarios (¿para qué me sirve?), y una transformación de los
servicios públicos ahora sin difusión o disponibilidad en línea (cuando el
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 495
pueblo gasta mucho en trámites menores). Los telecentros comunitarios
ofrecen una serie de opciones y potencialidades todavía sin examinar cabalmente.
Es posible que la iniciativa haya perdido la posibilidad de ponerse a
prueba, antes del embate del modelo estrictamente mercantil.
El proyecto de crear una amplia red regional de telecentros comunitarios
enfrenta una serie de retos mayores: 1) el actual afianzamiento del nuevo
modo digital de la producción que favorece a unos pocos, dejando a la
deriva a los desconectados o imposibilitados de capacitarse a tiempo u ofrecer
un servicio profesional en línea; 2) la competencia aguda de los cibercafés,
que significa una suerte de subsidio oficial por omisión, en vista de las
intensas campañas en la televisión y la prensa para inducir el consumo de
los servicios digitales; 3) la falta de decisiones y compromisos contundentes
entre los entes reguladores de las telecomunicaciones de los respectivos gobiernos
nacionales para obligar a las empresas de telefonía de línea fija a
ofrecer tarifas sociales y/o llamadas locales al servidor más cercano en vez de
las cobradas hoy como larga distancia, para iniciativas o proyectos sin fines
de lucro; 4) la ausencia de un espíritu filantrópico entre las empresas de telecomunicaciones
en la Región, disfrutando el actual boom de la conectividad
urbana, pero aún sin dar señales de apreciar que el apoyo a los telecentros
es justificable por sus propios intereses mercantiles, de imagen corporativa
a mediano plazo, además de los beneficios para la población actualmente
marginada; 5) la creciente homogeneización de la cultura juvenil como
producto de la penetración del discurso comercial y la programación televisiva
y radiofónica musical, acorde con proyectos ideológicos y mercantiles
de grupos del poder; y 6) un conjunto de usos y costumbres que proviene
de la época y condición colonial donde un clientelismo y una perspectiva
localista atomizante y aislante marca las relaciones del poder entre las unidades
mínimas de la administración pública y las instancias superiores. Es
un contexto nuevo para las elites y sus estrategias en los distintos países de
la Región, pero comparten las influencias políticas y la asesoría ad hoc para
adaptarse ágilmente a las nuevas circunstancias del novedoso modo de producción
en plena evolución.
496 Scott S. Robinson


MODELOS ACTUALES: REALIDAD Y RIESGOS
Una de las carencias notables en el seno del ‘movimiento latinoamericano
de los telecentros comunitarios’ es la falta de modelos de sustentabilidad o
negocio viables y contundentes en función de necesidades locales. Se observa
una taxonomía muy diversificada entre todas las figuras que se llaman genéricamente
por el nombre de ‘telecentros’. La gama de ejemplos puede variar
entre un Centro Tecnológico Comunitario heredado del final del régimen
anterior de Menen en Argentina, pasando por una PC con acceso a la
Red en una oficina de la agencia de telégrafos hoy en México, para llegar a
un modesto local patrocinado por una organización no gubernamental con
un equipamiento mínimo, observado en varios países, pagando su conectividad
por medio de llamadas telefónicas de larga distancia25. Inclusive, muchos
refieren o consideran a los cibercafés, o la oferta de Internet en oficinas
de telégrafos, por ejemplo, como una especie de telecentro. Para confundirnos
más, ‘todas’ estas manifestaciones de la conectividad son consideradas
como telecentros. Este gran potpurrí de ‘telecentros’ actualmente se
mantiene de distintas maneras: con subsidios del Estado, con apoyos de organizaciones
filantrópicas internacionales o como pequeños negocios ende-
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 497
25 Telecentros por país (según el registro de www.tele-centros.org ):
ARGENTINA - 1269 BOLIVIA - 1
BRASIL - 6 CHILE - 16
COLOMBIA - 12 COSTA RICA - 4
CUBA - 196 ECUADOR - 8
EL SALVADOR - 2 ESPAÑA - 2
GUATEMALA - 3 HAITÍ - 1
HONDURAS - 4 JAMAICA - 1
MÉXICO - 13 NICARAGUA - 3
PANAMÁ - 1 PARAGUAY - 1
PERÚ - 20 REPÚBLICA DOMINICANA - 2
SURINAME - 1 VENEZUELA - 5
Nótese el contraste con los más de 500 telecentros comunitarios en Sud Africa: www.communitysa.
org.za
El informe de Francisco Proenza et. al es una referencia obligada: www.iadb.org/regions/itdev/telecenters/
index.htm
bles sin reconocimiento en el marco reglamentario nacional de las telecomunicaciones26.
Es urgente distinguir la figura del telecentro de lo que podemos llamar
los falsos telecentros. Un telecentro es un punto de acceso a la Red, patrocinado
primordialmente por un organismo civil o una alianza local encabezada
por el mismo, que ofrece capacitación, crea conciencia social sobre la
base de las diversas aplicaciones de la información disponible en la Red relacionadas
con problemáticas del lugar, y posee lo que podemos llamar un
‘corazón local’. El telecentro, visto de esta manera, es mucho más que un cibercafé,
aunque ambos ofrecen en común: el sine que non de la conectividad.
Un telecentro que pierde su vocación social y local puede revertir a ser
un simple cibercafé, pero la inversa no es tan factible o frecuente, porque
implica una cambio radical en su visión estratégica para que el empresario
de un cibercafé lo transforme en telecentro con los costos asociados y los enlaces
obligados a grupos comunitarios. El telecentro puede sobrevivir como
tal, solamente si se considera que es un valor agregado a la condición actual
del acceso limitado, costoso y discrecional. Si la información en sentido genérico
que abarca o refiere a las distintas actividades de la gestión pública y
cultural se considera como un “bien público que debe estar en el dominio
público para el aprovechamiento público y cuyo acceso tiene un costo compartido
por todos los actores sociales”, se puede afianzar el futuro de esta figura
trazada aquí sobre la base de cierta experimentación en la Región. En
pocas palabras, el futuro de los telecentros en América Latina depende, en
gran medida, de la revaloración de la información y el acceso a la misma por
parte de las agencias del Estado, la empresa privada y la sociedad civil. Sin
este proceso de revaloración del acceso a la información en el dominio público,
lo cual incluye recursos educativos y estímulos al magisterio, apoyos
al personal de la salud e instrumentos para modernizar a la administración
de los gobiernos locales, no habrá avances en este rubro de singular importancia.
Observamos que las fuerzas privatizadoras de la información y el acceso
son cada vez más influyentes y la voluntad de los Estados nacionales
para conceder un derecho a la información es endeble o francamente nula.
498 Scott S. Robinson
26 Consulta el video realizado en el año 2000 disponible en línea, Telecentros en América Latina: www.
americascanada.org/politics/connectivity/connactivities/cangovt-e.asp#telecentres
Esta revaloración de la información puede ocurrir en el contexto de comunidades
locales y sus microrregiones administrativas y políticas (municipios,
provincias, cantones) que han sufrido una suerte de usurpación de las
funciones locales por el modelo de Estado todopoderoso que últimamente
ha iniciado (o ha sido obligado para tal por sus acreedores) un redimensionamiento
radical; ahora, el Estado ‘descentraliza’ funciones, pero sin ofrecer
la información estratégica y la capacitación de recursos humanos que el proceso
requiere, lo cual se traduce en una continuación de la dependencia de
las instancias subalternas a los dictámenes del poder hegemónico ‘moderno’.
En la medida que avance el reclamo ciudadano para el acceso a la información
pertinente a la gestión pública en gobiernos locales crece la necesidad
para lo que podemos llamar una pedagogía ciudadana experimental. Se trata
de tres procesos que deben compartir una sincronía: los incentivos para
usar fuentes de información digital, los instrumentos en manos de los usuarios
para acceder al novedoso y útil acervo de la información disponible en
línea, y la capacidad para comprender los datos e información disponible
además de aportar datos nuevos para generar un cambio cualitativo en la
gestión pública local. Debe ser evidente, a esta altura del argumento, que se
trata de un modelo distinto del Estado, de la administración pública local,
y de la participación de una nueva generación de jóvenes capacitados en los
telecentros comunitarios en este proceso dinámico. La pedagogía ciudadana
experimental refiere a este proceso, complejo por el número de instancias
públicas cuya concertación es obligada, la identificación y oferta de los incentivos
necesarios para animar la voluntad de distintos gremios claves en el
ámbito local (estudiantes, magisterio, enfermeras y mandos medios municipales),
y la capacitación continua en las herramientas y los contenidos relevantes,
cuyo dominio es un non plus ultra para todos los involucrados.
Ahora bien, dentro de los términos de este enfoque crítico y las voluntades
oficiales actualmente parciales o truncadas, me temo que muchos de
nuestros esfuerzos para crear y levantar telecentros comunitarios hoy van
encaminados a crear cibercafés o cibercentros, cuyos compromisos sociales
iniciales son coartados o simplemente suspendidos ante la imposibilidad de
‘vender los servicios ofrecidos’ y crear la masa crítica de personal capacitado
y ‘concientizado’ para sostener y sufragar el costo de la operación y de las
funciones sociales para el bien público. Los telecentros concebidos así son
sitios complejos con múltiples funciones que responden a distintos gremios
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 499
de la comunidad27. Esta propuesta, la forma de apreciar al telecentro genérico
resumida aquí, implica una serie de cambios en la percepción de actores
en las instituciones públicas, al nivel de los gobiernos municipales, estatales
y provinciales, además de las instancias federales; también, implica
confrontar y revertir el actual proceso de privatización de la información
que la empresa privada (y algunos sectores del Estado también) hoy pregonan
en los hechos; y además, requiere de un nivel de madurez, audacia política
y capacidad negociadora dentro de la comunidad de organismos civiles
que pueden promover la figura organizativa y técnica indicada con la inversión
requerida de distintas fuentes. En efecto, si estos cambios señalados
no son utópicos, sí representan costos políticos y riesgos para cumplirse cabalmente,
y constituyen, a mi modo de ver, el quehacer y el reto principal
de nuestro esfuerzo dentro del incipiente gremio de ‘telecentreros’ que constituimos
unos cuantos en la Región.


LOS COMPONENTES DE UN MODELO HÍBRIDO
Para sobrevivir como tal, el telecentro requiere varios elementos ahora existentes
o incipientes, en el panorama institucional y en el mercado de opciones
tecnológicas. Pero es necesario articular estos elementos de una manera
novedosa: crear un modelo institucional y mercantil híbrido, que vaya de la
mano con una ampliación del derecho a la información y de la mencionada
pedagogía ciudadana experimental; un régimen de propiedad compartida
o cooperativa ofreciendo la conectividad, contenidos pertinentes con incentivos
culturalmente apropiados y de acuerdo a una normatividad de la
administración pública contemporánea; todo esto con autonomía, independencia
política y editorial. ¿Una utopía más?
Este modelo híbrido del telecentro, que hemos contemplado, parte de
una serie de compromisos del Estado para y con su ciudadanía: el derecho
a la información, el presupuesto para ‘compartir’ el costo del acceso a la información
ofrecida, la del dominio público y todo lo demás disponible (lo
cual no necesariamente requiere de mayores recursos sino una reorganiza-
500 Scott S. Robinson
27 “…Everyone underestimates the complexity of these centers and overestimates the real need the locals
have for the centers”. Steve Cisler, Personal Communication, 9 May 2001.
ción de funciones administrativas actuales), una deducción fiscal para las
aportaciones de la empresa privada a cada proyecto, condiciones favorables
para el registro de figuras jurídicas sin fines de lucro y con acceso a las deducciones
fiscales disponibles, una homologación y flexibilización del marco
regulatorio para igualar las oportunidades de esta propuesta en todos los
países creando un ambiente propicio de confianza entre instancias del Estado,
las instituciones multilaterales, la iniciativa privada y los organismos no
gubernamentales que puedan apadrinar colectivamente este proyecto. Pero
el mismo no es viable si no se puede escalar al nivel regional, para ofrecerla
en todos los países. Implica pensar en términos de un mercado regional y de
la demanda potencial de distintos públicos de usuarios. Para lograr su impacto,
el proyecto requiere de un sistema de franquicias donde se permita
reproducir el modelo genérico, según una norma de socios financieros, tecnológicos
y operativos al nivel de las comunidades, donde todos se beneficien
en la región latinoamericana. El costo de oportunidad de no actuar
ahora será muy alto, porque el modelo mercantil de la entrega de los servicios
digitales bien puede llegar a ser hegemónico en muy poco tiempo, cerrando,
en efecto, este camino más experimental, más costoso con relación
a la formación de los recursos humanos, más difícil por la coordinación de
voluntades que implica. He aquí el meollo de la propuesta.
Antes de desglosar los detalles de las franquicias, es menester el revisar
otros elementos del contexto regional aún no comentados anteriormente: 1)
ante la importancia regional de la economía de remesas, es importante introducir
o reforzar la presencia de instituciones de microcrédito, su fortalecimiento
con distintos grados de capacidad administrativa y técnica, ignorados
si no impugnados por la banca comercial hasta la fecha; tendrán un
marco jurídico adecuado y estarán habilitados para atender la demanda para
reducir el costo de las transferencias de las remesas de los migrantes, internos
y/o internacionales28; 2) la discrepancia entre las posibilidades de la
conectividad ofrecidas por la tecnología de punta, cada vez más portátil,
modular, fácil de instalar y barata (en los países del Norte), frente al ritmo
de la autorización de los servicios digitales por las respectivas entidades reguladoras
y las propuestas estrictamente comerciales de grupos nacionales
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 501
28 La Ley Federal de Ahorro y Crédito Popular de México (2001), aprobada mientras se redactaba este
ensayo, es un ejemplo que cumple con estos requisitos.
que bien pueden estar protegiendo sus mercados hasta la fecha cautivos con
tecnología obsoleta29; 3) la falta de acceso, consulta y participación de las
iniciativas del sector civil en materia de informática con los entes reguladores
de las telecomunicaciones, muchos contaminados con la euforia del discurso
simplón que reza: “la conectividad nos llevará al desarrollo y la democracia”,
pero sin proyectos concretos, viables en los pueblos rurales y geográficamente
apartados30. Sin duda, estas tres condiciones afectan al escenario
de la viabilidad de nuestra propuesta.
El sistema de franquicias para telecentros en la Región se ancla sobre la
premisa de que al Estado y a la iniciativa privada, y a todos los actores civiles,
en una palabra, les conviene elevar la información a la categoría de bien
público, difundirla al dominio público digital y capacitar al público para integrar
los datos y la información disponible a su conocimiento para la gestión
pública. Pues se trata de formar ciudadanos y actores participativos en
el modo digital de la producción, de crear letrados en nuestra época digital31.
La segunda premisa es que a todos les conviene cooperar para llevar la
conectividad hacia las regiones rurales de sus respectivos países, porque la
capacidad de compra, más el costo de la conectividad, más la carencia de
técnicos calificados, discrimina en contra de esta propuesta lo cual se traduce
en un creciente ensanchamiento de la brecha entre lo rural y lo urbano;
se supone que esta situación merece una acción enérgica por parte del Estado.
Una tercera premisa es que hay una demanda local para servicios de comunicación,
información y de microcrédito que las nuevas tecnologías pueden
atender ante la demanda de nuevos usuarios que ingresan a la cultura
informática de diversas maneras en ambientes donde la tasa de emigración
502 Scott S. Robinson
29 Llama la atención que la Ciudad de México no cuenta con servicios de Internet vía cable cuando la
zona urbana cuenta con una extensa red de televisión por cable. El hecho de que la empresa telefónica
dominante, Telmex, compró una participación significativa en Cablevisión se sospecha se debe
a un plan de frenar la oferta de servicios digitales de alta velocidad cuando Telmex cuenta con
70% de los usuarios de Internet del país.
30 Es notoria en toda la región la exclusión de las ONG de las ‘consultas’ oficiales de los cambios en
las políticas de telecomunicaciones, y al mismo tiempo es notable la carencia de propuestas viables
procedentes de este sector. El tema nos lleva a la compleja problemática de las alianzas entre elites
tradicionales, partidos políticos y sectores burocráticos en las aún endebles democracias latinoamericanas
donde las organizaciones no gubernamentales, como entes relativamente nuevos, quedan excluidas
de la formula tradicional de negociar y compartir el poder.
31 Consulta un tomo inteligente y relevante: Literacy in a Digital World : Teaching and Learning in
the Age of Information, Kathleen Tyner, Lawrence Erlbaum Assoc; ISBN: 0805822267, 1998.
es alta y constante32. La cuarta premisa está basada en la continua evolución
tecnológica de los servicios digitales, constantemente acelerando la Red, integrando
más servicios en paquetes de programación y fabricación más
compactos, y todo esto complementado ahora por la disponibilidad del acceso
a la Internet vía satélite33. Y la quinta premisa parte del hecho de que
las organizaciones civiles tengan suficiente capacidad de gestión para convocar
y negociar las alianzas que dicha propuesta involucra; se reconoce que
esta afirmación es problemática, porque las ONG en la región coexisten de
manera caótica, fragmentadas entre sí, poco claras en sus objetivos y patrimonio,
una fiel reflexión de la condición social posmoderna. Son premisas
clave y a la vez condiciones necesarias, pero no suficientes, para que este
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 503
32 La siguiente tabla sintetiza las formas de integración de los usuarios nuevos hacia el empleo de la
Internet:
proyecto de los telecentros comunitarios vía franquicias avance. Implica un
nivel de alianzas o relaciones entre socios jamás visto hasta la fecha entre las
organizaciones civiles de la región, y significa un consenso sobre la figura genérica
del telecentro, sus servicios locales y la integración con los objetivos
y preferencias de grupos activos en la comunidad. Donde estos grupos son
inexistentes, simplemente habrá cibercafés.
¿Cómo funcionaría la franquicia? El modelo de negocio puede ser sencillo,
se trata de un juego de opciones de hardware, software, opciones para
la conectividad y, lo más difícil, ‘orgware’34; todo financiado por una alianza
entre el Estado y la iniciativa privada por medio de organismos civiles registrados
sin fines de lucro y una autorización por parte del Ministerio de
Hacienda o Tesorería que les permita recibir donativos que generen una deducción
fiscal significativa para los donantes. Por ejemplo, la agencia correspondiente
del Estado subsidia la mitad del costo de los componentes ajenos
a la organización comunitaria, y las empresas reciben su deducción fiscal
por el balance. El costo de la conectividad se cubre con una tarifa social
(costo real + 10%, puede ser una norma), o en el caso de servicios ‘dialup’,
la llamada al servidor es siempre local y se cobra por llamada, no por tiempo.
Existe también la opción de equipos de cómputo de bajo costo que no
poseen los aditamentos de la computadora personal tradicionalmente subutilizados
(el proyecto SIMPUTER en la India y otro similar desarrollado en
la Universidad de Minas Giráis, Brasil, son sugerentes). Es evidente que el
peso del proyecto cae sobre la capacidad de gestión de la organización comunitaria,
un desafío reconocido y el tendón de Aquiles del proyecto. Cada
organización favorecida con esta ‘alianza en franquicia’ comparte el compromiso
—por convenio— de llegar a una condición de operación autofinanciada,
después del arranque, en cuanto a los costos del personal, la conectividad,
la amortización de los equipos, y la capacitación de sus recursos
humanos. En el rubro de software, estos telecentros utilizarán equipos en
LAN corriendo el sistema operativo LINUX y sus aplicaciones cada vez más
amigables, y el personal recibirá la capacitación para mantener la red local,
la conexión y la operación de todos los equipos. En el renglón de la conec-
504 Scott S. Robinson
34 El software esta disponible gratis en el sitio www.tele-centros.org. La incipiente fabricación del
SIMPUTER (computadora simple) en la India, y su licencia para ensamble en otras latitudes, ver
www.simputer.org es también promisorio.
tividad, estas franquicias pueden utilizar la incipiente cobertura continental
de servicios bidireccionales vía satélite actualmente en operación o a punto
de ser desplegados (por ejemplo, Hughes/DirectPC y Tachyon)35. O bien,
pueden articular sistemas híbridos para lograr la conectividad (‘dialup’, líneas
dedicadas, acceso bidireccional vía satélite, etc.). Cada telecentro se
transforma en un potencial proveedor de servicios digitales a nivel microrregional
avalándose de la tecnología de los módems fijos inalámbricos. El sistema
tiene que estar abierto a relaciones mercantiles donde los telecentros
pueden ofrecer, por ejemplo, no sólo los servicios de conexión a los microbancos,
sino también la oferta de servicios digitales a particulares, y la oferta
de servicios de video a las escuelas y centros de salud que las tecnologías
emergentes ahora permiten. En pocas palabras, estamos hablando de un paquete
de servicios digitales múltiples llenando los ‘vacíos’ en el mercado que
no les interesan a las empresas actuales.
El rubro del ‘orgware’ es central a cada franquicia, es la interfase entre la
cultura de la informática y la información y las culturas locales, además de
representar a la capacidad negociadora de las ONG participantes. Se refiere
a la conciencia de que “aliarse, no significa rematar, ni vender patrimonios”
36, y dicho patrimonio en el contexto local es la legitimidad y credibilidad
de una figura local capaz de movilizar el capital social de los ciudadanos.
Y estas redes sociales incluyen a los clubes o asociaciones de los migrantes
en diversos destinos del extranjero. También, ‘orgware’ se refiere a los
programas de trabajo, capacitación, operación, administración, y promoción
al interior de la comunidad donde se ubica cada proyecto/negocio. La
clave es reconocer que la vitalidad de cada franquicia será una función de su
capacidad de atender a necesidades de distintos grupos de usuarios locales.
Por ejemplo, estos telecentros podrán ofrecer una plataforma y la capacitación
para crear, en colaboración con las universidades, sistemas de información
geográfica al servicio del público y los gobiernos municipales y provinciales;
es importante resaltar todo lo que esto implica en cuanto al manejo
de información pública para la administración y planeación de los distintos
servicios públicos, la modernización de sistemas fiscales locales, y los pro-
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 505
35 www.directpc.com y www.tachyon.net
36 Luis Stolovich: Impactos sobre Antel de los cambios proyectados en el sector telecomunicaciones. Proyecto
editado por el Sindicato Único de las Telecomunicaciones (SUTEL/PIT-CNT), Montevideo,
2001.
gramas de desarrollo procedentes desde ‘arriba’ y también desde ‘abajo’. La
modernización de todo sistema de impuesto predial es quizá la función más
rentable (y cuyos frutos pagan el costo del sistema total)37. Otro componente,
también en la categoría de ‘orgware’ es un sistema de incentivos al salario
para el magisterio y las enfermeras y médicos de las burocracias de la
educación y la salud, donde a cambio de su capacitación en el empleo de los
recursos disponibles en los telecentros, en materia de las herramientas y de
los contenidos, reciben un apoyo económico adicional y una certificación
con valor curricular en los respectivos mercados de trabajo. Esta noción de
la certificación de competencias por medio de cursos de educación a distancia
implica una revisión radical de los sistemas actuales, al nivel nacional; y
las probables economías de escala sugieren la probabilidad de un sistema regional
latinoamericano de certificación, algo no discutido hasta la fecha en
ámbitos nacionales.
Cabe señalar que es probable que el personal responsable de los telecentros
comunitarios, como es el caso hoy en la Región, serán mujeres. Es un
tema clave, porque los proyectos experimentales, todavía en proceso, indican
que las mujeres jóvenes en los pueblos rurales y barrios urbanos son más
responsables, disciplinadas y abiertas a la capacitación, en temas técnicos y
para el diseño de contenidos. Estamos en una etapa de inversión de papeles
sociales al nivel de estos espacios locales, donde por un lado la emigración
ha llevado a los varones más emprendedores hacia la ciudad o el extranjero,
y por otro, la continuación de las mujeres ahora inscritas en las instituciones
de educación media, hoy significa una población femenil activa, exigente
en cuanto a mayores oportunidades de aprendizaje y empleo. Se observa
plenamente al interior de los telecentros, entre su personal responsable, a las
instructoras formadas y, también, a las usuarias. En gran medida, la difusión
de la cultura de la informática y la información acontece por medio de una
nueva generación de mujeres jóvenes competentes, curiosas y cada vez más
capacitadas en el tema. El hecho tiene implicaciones sugerentes para el futuro
de muchas instituciones públicas y privadas en estas comunidades y
sectores urbanos marginados.
506 Scott S. Robinson
37 Un hecho difícil de traducir en argumentos convincentes para autoridades locales, quienes como es
el caso en México, comparten una cultura política donde todo de valor viene de ‘arriba’, recursos,
iniciativas, autorizaciones, información, etc. En un sistema de esta índole la mirada de los funcionarios
es vertical y no horizontal, hacia lo propio.


INTERNET… ¿PARA QUÉ? Y ¿PARA QUIÉN?
En el documento sintético: “Internet… ¿para qué?: pensando en las tecnologías
de información y comunicación para el desarrollo en América Latina
y el Caribe”, se ofrece una visión social y panorámica sobre ‘desafíos futuros’,
la ‘perspectiva latinoamericana’, ‘más que conectividad’ y ‘pistas para
avanzar’38. En gran medida, este ensayo y la propuesta ofrecida es una respuesta
al llamado de este documento. El modelo aquí expuesto para los telecentros
comunitarios a futuro permite el acceso equitativo, uso con sentido
y la apropiación social de los recursos de las TIC a que se refiere. Trasciende
la conectividad ofreciendo el empleo de los múltiples recursos con
sentido y mecanismos para su apropiación. La propuesta se monta sobre
prácticas sociales existentes, en bibliotecas públicas, escuelas, centros de salud,
municipios e instituciones de microcrédito; comparten el potencial de
una visión estratégica de la comunicación en la medida en que las organizaciones
civiles responsables pueden rebasar el fetichismo tecnológico y enfocarse
en los contenidos y la pedagogía ciudadana; apoyan al proceso de democratización
y respeto a la pluralidad cultural en la medida en que la información
se vuelve un bien público, disponible en el dominio público cuyo
uso adquiere un valor cultural; y esta valoración embona con el desarrollo
de una ética de la reciprocidad social y entusiasmo ante las posibilidades
creativas del ser humano. La capacitación ofrecida al interior de los telecentros
comunitarios los vuelve de hecho una extensión de facto del actual sistema
educativo, donde es una prioridad enseñar la discriminación entre datos,
información y conocimiento; son espacios donde se puede evitar el riesgo
de la ‘banalización de la información’. La crítica del panorama contemporáneo
y la propuesta aquí desglosada también atienden a los objetivos
centrales de transformar la participación social en las políticas públicas, incorporando
una dimensión de género al reconocer que el personal responsable
y algunos gremios claves de usuarias (maestras y enfermeras) constituyen
el eje humano de instituciones locales y, al mismo tiempo, la operación
y empleo de los recursos digitales permiten evaluar su impacto en usuarios
y usuarias de los telecentros comunitarios.
Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios 507
38 www.acceso.or.cr/PPPP


CONCLUSIONES:
Esta propuesta para crear una red latinoamericana de franquicias para telecentros
comunitarios se contempla como un plan de negocios sustituto al
de las megafranquicias mercantiles en vías de iniciarse en la Región. No hay
un camino prescrito para nuestra inserción en el modo digital de la producción,
porque es un sendero negociable que evolucionará de manera favorable
a medida que haya proyectos atinados a las realidades culturales y demandas
locales. El proyecto de las franquicias permitirá ‘ganar la plaza’ con
una iniciativa audaz, acoplada a las realidades comunitarias, independiente
de los múltiples servicios ofrecidos a distintos gremios de usuarias y usuarios.
Los retos para lograr una integración de los actores institucionales centrales
son mayores, como se ha indicado aquí, y no se pueden desprender algunos
componentes, porque la integración de las dimensiones culturales,
jurídicas, tecnológicas y operativas es vital. En efecto, es una propuesta criticable
como utópica, realizable en el corto plazo sólo si las redes de las organizaciones
sociales latinoamericanas y sus socios potenciales, en el escenario
nacional e internacional, se comprometen a reconocer su valor, escalamiento,
probable impacto, y así promoverla y negociar su articulación. Hay
muchos intereses en el camino para obstaculizar el paso, para desviar los esfuerzos,
para confundir a los actores cuyos objetivos son poco claros o mezquinos.
La dimensión cultural de este proyecto implica un reto que merece una
palabra final: la actual cobertura de la Región por las televisoras comerciales
y el bombardeo continuo de mensajes radiofónicos dirigidos hacia la juventud
consumidora de música y la parafernalia general del consumo, ha
creado, por primera vez, una cultural regional insólitamente homogeneizada.
Todos los públicos están consumiendo lo mismo, creando fantasías y fetiches
en medio de un campo minado con altas tasas de interés, contratos
leoninos y comercios sin escrúpulos. El síndrome de los cibercafés sólo refuerza
esta tendencia. Aunque suena contradictorio, es posible que una
apropiación inteligente de las nuevas tecnologías digitales represente una estrategia
para frenar el fenómeno regional de la homogeneización y, al mismo
tiempo, construir espacios locales y comunitarios desde donde los actores
puedan participar con recursos y proyectos en el emergente modo digital
de la producción. No será ni fácil ni mañana.


COMUNITARIOS EN AMÉRICA LATINA

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